A veces pasan inadvertidos delante de nuestros ojos grandes inventos ya que, debido a que nos hemos criado con ellos a nuestro alrededor, no nos percatamos de su magnificencia. Éste es el caso del porrón o botijo. El porrón es eso que todo el mundo tenía en su casa cuando era niño y que cada vez tiene menos gente, eso que usabas para saciar la sed cuando ibas a ver una película al cine de verano, o cuando estabas jugando cerca de la casa de un amigo, ese recipiente de arcilla porosa que contenía agua fresca en su interior.
Para que nuestro porrón funcione adecuadamente debe ser transpirable (poroso) y las condiciones ambientales deben ser secas, como sucede aquí en verano, ya que así se favorece la evaporación, como hemos dicho. El lugar óptimo donde se debe ubicar es en un lugar oreado a la sombra. Con una excelente ventilación, sería posible refrescar el agua hasta los 10º con aire caliente a 30ºC y seco al 20%.
El porrón nos ofrece agua a una temperatura agradable para el verano y no demasiado fría, a diferencia de la que tenemos en el frigorífico. Por contra, sabemos que el enfriamiento tarda un poco, así que, o somos previsores, o usamos varios botijos a la vez, que cuando el verano aprieta…
Puesto que el uso de porrones es un pequeño gesto que nos ayuda a ahorrar un poco en el consumo de nuestro frigorífico, la fundación Tierra, dentro de su campaña contra el cambio climático “Yo soy la solución”, incluyó en 2007-2008 el movimiento “Botijos contra el cambio climático”.
Así que ya sabéis: si nunca dejasteis de usarlo, si sois ecológicos, si sois melancólicos, si os gusta el agua con la temperatura en su punto, o si simplemente queréis volver a gozar bebiendo a chorro. ¡Un porrón para el año que viene!